sábado, 9 de mayo de 2015

Momento de Recibir

Puede pensarse con facilidad que cuando se enfrenta la lucha contra el abandono y el maltrato, sólo se trata de dar. Como la actividad es totalmente voluntaria, en principio el único premio sería la satisfacción por el deber cumplido.
Milagro Lopez Mathez

Pero no es asi. 
También llega el momento de recibir.

Milagro se llamaba Marroncita cuando le molieron a palos la cabeza, literalmente. Ella quedó casi ciega y con daño neurológico permanente. Llegó como un tránsito más y se quedó en casa para siempre.

Al principio no fue fácil. Ella permanecía todo el tiempo echada en la misma posición. Era como una estatua fria y distante. No interactuaba ni con perros ni con humanos. Lo único que parecía llamarle la atención eran nuestros gatos.

Y el tiempo empezó a curar los miedos de Milagro. Y se fue convirtiendo en una perrita más de la manada, cada día más participativa y sociable. Hoy es la primera que sale a recibir exultante, a las visitas.

Milagro es una perra completa. Es buena, obediente, inteligente, muy pulcra. No molesta jamás. Pero tiene una debilidad: es friolenta.

Anoche se echó en mi falda mientras yo veía la TV. Y empezó a temblar. El fresco ya se siente en Mendoza. Le puse su chaleco rojo cuidadosamente porque por ahi se asusta de los movimientos bruscos y no quería perturbarla.

Entonces se acurrucó a mi lado, las dos compartiendo el tan codiciado sillón.

Deformada por los golpes recibidos

Por un momento, mientras la acariciaba, se dispersó mi atención en la pantalla y se concentró en la tibieza que sentían las palmas de mi mano. Y miré ese bollito lleno de vida y de amor . Miré a nuestra Milagro. Nuestra ciega sospechosa porque por ahi nos parece que ve mucho más de lo que nos dijeron, nuestra torpona pues al no ver bien nos vive chocando, nuestra rara que se sobresalta de nada y hace esos movimientos tan graciosos mientras huye vaya a saber de qué. Nuestra estatua distante e indiferente.


Durmiendo acurrucada a mi lado.
Y qué te puedo decir...este es el momento de recibir.

Milagro venía de lo más despreciable del ser humano, de la crueldad que no se limita, de la desidia que casi la mata. Llegó a algo tan sencillo como un hogar. Un hogar común y corriente. Uno de tantos. Fue un largo camino el que tuvo que recorrer para llegar a acurrucarse relajada a mi lado. Pero lo hizo. Lo hicimos. Los que la rescataron, los que fueron a gritar ferozmente por ella en la protesta , quien la curó, quien la apapachó cuando recién se salvaba su vida, quien la amadrinó desde el primer dia, quienes le cambiamos el nombre Marroncita por el de Milagro Lopez Mathez...  Asi. Con doble apellido.

Y yo no sólo recibo la satisfacción de haber sido parte de esa recuperación que le dió su nombre. Yo ahora recibo su amor y su confianza total. El derecho a masajearle las orejas con energia, o el derecho de apenas rozarla con mis dedos. Yo la puedo tocar cuando quiera, y ella se estremece de placer.

Pero debo ya terminar con mi relato. Milagro acaba de apoyar su hocico sobre mi pierna y me mira con ojitos llenos de luz. Demanda caricias. Empiezo a perder el foco en la pantalla de la computadora. Esa mirada se está alineando con mis ojos.

Ahora mismo, tengo que disfrutarme otro momento de recibir.






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