martes, 1 de septiembre de 2015

Tic Tac


Mireya es una enana que estuvo en casa tan poco tiempo, que casi pasa desapercibida.
Llegó en tránsito y en quince días había conseguido un hogar. Algo raro cuando se trata de adopciones, pero no tanto si la conocías a Mireyita. Una perrita encantadora.

En casa le decíamos Tic Tac. Ella es una sobreviviente del moquillo, y como marca de guerra le quedó un tic en la orejita que no para de moverse. Tic...tac....Tic...tac... Toda ella dormida, todo su cuerpo relajado y ahí, como un centinela que no permite que te olvides del moquillo...el tic tac...
Nuestra "Tic Tac" en casa

Mucho se habla hoy en día, de la influencia del estrés en muchas enfermedades de los perros y gatos, y su contrario, cuando hay que concentrarse en la recuperación. No hace muchos años atrás hablabas del estrés y la gente se moría de la risa, aparecía el concepto como algo snob y casi ridículo.

Mireya es la prueba tangible de cómo disminuyendo su estrés, lográs una recuperación completa y bien rápida. Desde que se la internó con moquillo, esta rubia supo lo que era ser mimada. Una a una se fueron acercando a visitarla, a llenarla de besos, a acariciarla, a hablarle en voz baja, a hablarle de amor. Y asi fue que esta callejera que un día cualquiera apareció por la Plaza Independencia, terminó superando un enfermedad muchas veces mortal.

Ella llegó a casa como una reina, especialmente si alguien que la consintiera estaba cerca. Decidida y muy segura de si misma, sentaba sus reales en casa como si de la máxima jerarquía se tratara. Ya sin sus aplaudidoras a mano, la señorita se convertía en una más de la manada, respetando a propios y ajenos y luchando por recibir la atención correspondiente.

A través de Esperanza, yo tuve contacto con el moquillo y sus secuelas. Cuando Mireya llegó a casa yo ya sabía.

Sabía por ejemplo, que estos sobrevivientes ya nunca serán unos perritos comunes. Ellos son sufridos. Ellos aman la vida tal vez más que los que nunca enfermaron. Ellos tienen otra alegría de vivir. Y cómo no, se la han ganado.

Mireya encontrada en la Plaza Independencia
Saben también que el amor ha sido la fuente principal de la cual bebieron mientras enfermos, y por ello no paran de demandarlo. Como si tuvieran un miedo profundo a que se agote, y así, volver a los tiempos de oscuridad.

Saben que las caricias tienen olores y rostros diferentes, pero que siempre son caricias. Entonces, no desconfían frente a los extraños, ellos simplemente esperan a que la caricia llegue. Y siempre llega.

Asi que Mireya, con gusto nos perdonó el sobrenombre y venía corriendo cuando gritábamos: "Tic Tac...dónde está nuestra Tic Tac". Con esa orejita que sin descanso, de movía una y otra vez.

Ya en su hogar adoptivo, nuestra Tic Tac volvió a enfermar. Le diagnosticaron un tumor venéreo transmisible, el famoso y odiado: TVT. Y así fue como se quedó sin hogar  una vez más. Una nueva batalla para esta enana sufrida y estoica. La batalla de la quimioterapia. Y una vez más la batería del amor desplegándose en la cochera de Toty, que la cuida como a una hija dilecta.

Tal vez vuelva a casa como tránsito. Espero que así sea. Quiero otra vez acariciar esa oreja rebelde que no se queda quieta mientras ella duerme sana y relajada en mi sillón. Quiero susurrarle "TicTac" y que aunque dormida, me mueva la cola. Quiero volver a diseñar para ella las mejores imágenes con su foto bella. Quiero volver a buscar un hogar, y esta vez sí, que sea para siempre.

Mireya aunque estuvo pocos días en casa, no se va nunca. Ninguno se va nunca. Se las arreglan para que, de alguna manera, se sienta su presencia en casa. Y cuando los sabés vulnerables, es como que se hicieran más tangibles aún.

Guapa
No dejo de pensar en ella. No dejo de hacer fuerzas para que se recupere pronto. No es justo que tenga que batallar con dos de las enfermedades más temibles. No es justo que tenga que pelearla tanto. Ella pagó ya su peaje, no es justo que la Vida se lo vuelva a cobrar.

Me la imagino en su cucha... soportando las consecuencias de la quimio. Quietita... resignada..  luchadora. Y me la imagino llegando a casa por segunda vez. Entrando y sentando sus reales, con la seguridad de una consentida. Y haciéndose la otra cuando se le van las aplaudidoras.

Me imagino que se roba el lugar en el sillón por enésima vez. Que apoya la cabecita en mi falda como al pasar. Que se duerme profundamente y que yo le susurro: "Hola Tic Tac..."

Y que ella aún dormida...me mueve la cola.




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