martes, 30 de junio de 2015

Carta a Esperanza

Te escribo esta carta para decirte adiós. Encontraste tu hogar para siempre y ya no volvés a casa.

Vos seguirás con tu mirada inocente, tus arruguitas en la frente, tus patas delanteras estiradas al sentarte en el sillón, tu caminar saltarín, tus besos de almohadilla, tus conversaciones a la hora del almuerzo.

Y yo seguiré sin vos.

Eran necesarias otras mamis sustitutas para reemplazarme regularmente y evitar que me adueñe de tu vida . Pero la trampa no se dejó engañar: me acostumbré que te ibas por unas semanas y siempre volvías. Y así estaba hasta hace unos minutos, segura que volverías a casa.

Esperanza paralizada
No será que no me lo advirtieron. Hace tiempo me venían avisando que andabas desplegando tu encanto en ese hogar maravilloso, que andabas enamorando a otros. Pero no lo quise aceptar.

Siempre me he desprendido con amor. Hoy me desprendo con agradecimiento y admiración, porque el amor está tan implícito que no se puede ni siquiera definir.

Te conocí quebrada. Y te vi levantarte. Vi tus esfuerzos que de tan inmensos necesitaban ratificación de un tercero: nunca podía creer lo que veían mis ojos. Cada día, cada semana, te ibas transformando con esfuerzos que no sé si un ser humano sería capaz de desplegar. Caminé por senderos de emoción tan intensos que no puedo hoy recordar si alguna vez los viví con anterioridad.

Te agradezco porque me enseñaste cosas nuevas de mi misma. No sé por qué me atreví a traerte a casa en ese estado cuando estaba segura que era incapaz de ayudarte. Tampoco sé por que nunca me arrepentí. Cada vez que te subía a la mesa y empezaba con los masajes y ejercicios pensaba que todo sería inútil, cada vez que te llevaba a upa para todos lados sufría por tu destino inevitable. Estabas totalmente paralizada, para siempre.

Con la Licenciada Rosita, la verdadera terapeuta
Me hiciste estudiar. Devorarme publicaciones sobre el moquillo y sus secuelas. Mirar una y otra vez videos sobre rehabilitación de perritos. Y así pasaban nuestros días, unidas hasta físicamente todo el tiempo. 
Sacándonos selfies mientras estaba en la compu con vos encima.
Parándote sobre mis rodillas para que hagas pis y caca como una perrita normal.


Te admiro por ese primer movimiento de patita que hiciste aquel día. Me pregunto cuánto te habrá costado. Me pregunto si lo repetías para que yo me convenciera. Es que me mirabas de esa manera cuando yo decía: Otra vez! Otra vez Esperanza!  Jamás olvidaré el principio de ese camino que emprendiste tan determinada y que me hizo creer ya ni sé en qué, pero creer.

Y si, Esperanza, caí en la trampa finalmente. Doblemente trampa, porque era conocida para mi. Llegué a sentir que me pertenecías. Mía, solo mía. El resto tías o madrinas. Mami, solo yo. Y me lo creí. 

Pero hoy ya das luz en otro hogar. Y es para siempre. Y estás feliz. Y estás sana. Y corrés jugando. Tenés todo lo que soñé para vos. 

Entonces te digo adiós.

Como dice el poema de Diane Morgan:

Te dejaré ir no sin una lágrima,
Pero sin un lamento.
Pues estás a salvo para siempre
Y un nuevo perro me necesita ahora...


Adios Esperanza

Para leer el poema completo: http://hogardetransitoperritos.blogspot.com.ar/search/label/Un%20Poema

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