jueves, 18 de septiembre de 2014

Un Farolito de Luz



Hace muy pocos días que nuestra Menina se fue de casa. Como debe ser, consiguió un hogar para siempre rodeada de niños. Tal cual era lo que soñaba para ella. Y a pesar de su ausencia, se siente que todavía el farolito de luz estuviera entre nosotros.

La abandonaron junto a otra perrita en un barrio cerca de aquí. Quedaron a la vera de una calle peligrosa, dos perritas domesticadas, chiquitas, que no sabían donde estaban ni por qué.

Menina abandonada en la calle
Gisele la trajo una tarde y no le llevó más que minutos convertirse en parte de la familia, moviendo su colita con ganas. En pocos días nuestra Rosita empezó con sus juegos y a partir de alli, se hicieron inseparables. Y asi fue que sin que nadie se diera cuenta, en nuestro hogar se encendió por casi dos meses, un farolito de luz.

Al ser tan obediente, relajada y cariñosa, su tránsito transcurrió de alguna manera diferente, porque Menina se sentía como propia desde el primer momento. Como que había venido a ocupar un lugar que le pertenecía solo a ella.

No se bien como explicarte esta sensación, yo creo que es por el farolito que trajo consigo.

El estrés del abandono le jugó una mala pasada a esta niñita peluda que parece haber nacido solo para el amor. Y desarrolló un problema en la piel. Sus pelones retrasaron su adopción. Y tuvimos farolito por más tiempo.

Menina no partió sin dejarme una enseñanza. A través de ella comprendí de alguna manera la extraña relación entre rescatista y rescatado. Gisele, seguramente ni se dió cuenta, pero a pesar que pasaban días en que no se veían, el encuentro de Menina con ella era especial. Se excitaba feliz de alegría al verla, se movía contenta y emitía esos sonidos perrunos que buscan el abrazo. El farolito, en esos momentos, se iluminaba más.

Menina en casa
Hay algo en ellos que saben, que comprenden, que recuerdan. Hay algo en ellos que les dice que quien los rescató les salvó la vida. Que saben que para que vos los tengas en tu casa, alguien asumió un compromiso con ellos. Y esa es una coronita que sólo pertenece a la protectora.

La llegada de Menina a su nuevo hogar fue dulce, como dulces los miembros de esa familia que la esperaban  con ansiedad. Y partimos con Giselle con esa sensación que seguramente ya conocés. Esa cosa rara que te pasa y que no sabés definir. La mezcla mortal de felicidad con tristeza.

Regresé a mi rutina sientiendo que nada había cambiado, que allí estaba Menina con las otras locas jugando y haciendo travesuras con la maceta de mi gomero. Que pronto tendría que ir a poner orden.

La foto de ella con su familia definitiva no dejó de sorprenderme. Como si aún no hubiera captado que ella no estaba conmigo. Salí a caminar sonriendo tontamente. A pensar en ella. A averiguar por qué la sentía aún en casa. Y pronto lo supe.

La culpa de todo la tenía ese farolito de luz. El que encendió sin que nos diéramos cuenta con su presencia, el que nos dejó por unos días más para que no la extrañáramos tanto.

Menina en su hogar definitivo
Y hoy me emociono tanto al pensar en ella. Su lugar lo ocupa ahora alguien que nos necesita más que mucho. Y ya sé que el farolito no está más. Ya sé que se mudó con ella. Como debe ser.

Pero mi corazón está lleno de agradecimiento hacia Menina.

Menina bella, Menina divina, Menina cariñosa.

Menina, farolito de luz...




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