miércoles, 8 de enero de 2014

Alicia

Hoy más que nunca en la vida, desearía que una perrita hable. Desearía que se sentara frente a mi y me contara. La miro a Alicia y ella mantiene su mirada. Es una mirada relajada y cálida. Aunque a mi me parece que ella también quisiera hablarme.

De historias de maltrato, todos estamos llenos. Las que no conocemos, las podemos imaginar con facilidad. Sabemos la calaña de la que están hechos algunos congéneres. Nos indignan, pero no nos asombran.

Cuando me zambullo en la mirada amorosa de Alicia, siento que no me lo merezco. No me merezco que ella confíe en nuestra familia de esa manera, después de tanto que ha sufrido gracias a mi especie. De hecho su confianza ha sido para nosotros como un hallazgo.

Alicia abandonada
Muchos conocen la historia de Alicia, aquella perrita abandonada en el camino a Villavicencio. La que esperaba el mismo auto que la había dejado atrás. La que logró rescatar gente del grupo Por Amor a la Vida, a pesar de lo escurridiza que era. La que se estaba alimentando, junto con otros  abandonados en la montaña, de un perrito muerto. La que se compartió cientos de veces y movilizó a tantas personas. La que se escapó del vete y llevó más de una hora atraparla.

Alicia también es una perrita "devuelta". No funcionó en el hogar que tan rápido la adoptó. Al parecer gruñe, al parecer se comporta mal cuando pasea en la plaza. Al parecer no tiene muy buen carácter.

Mientras pienso en los "pareceres", Alicia duerme a mis pies después de una tarde en la que me concentré en filmarla mientras le metía una y otra vez mis dedos en su boca, mientras la cargoseaba, para demostrar que no es agresiva. Y ella bancándome estoicamente. Sumisa, confiada.

Hemos salido a pasear por el barrio y la plaza. Toda una señorita obediente siguiendo mi ritmo sin resistirse. Nos hemos acercado a muchos pichichos, y he notado cierto recelo que se despejaba cuando me miraba y comprendía que estaba a salvo. Ni siquiera mostró los dientes una vez.

Yo quisiera que ella me contara, porque me da la impresión que ni siquiera nos podemos imaginar el nivel en el que ha sido maltratada. Lo que ella vivió con ese abandono. La desolación. La desesperación. Alicia desconfía de los extraños. Tiene la mala costumbre de pensar que la van a dañar. Los perros comparten la mayoría de nuestros rasgos humanos, menos la estupidez. Ellos nunca son estúpidos.

Alicia en casa
 Su agresión es definitivamente defensiva. En casa le duró menos de un día. Un poco de indiferencia por aquí, un poco de dejarla en paz por allí...Alicia se integró con rapidez a nuestro hogar. Y lo hizo como una perrita obediente, sumisa y deseosa de agradar. En menos de un día la filmé jugando locamente con la incansable Rosita. En dos días aprendió que debía dejar en paz a los gatos de la casa. En tres días comió suavemente de nuestra mano y comprendió que era parte de una manada en la que ella no era la dominante. Y ya esa cola se quedó paradita para siempre.

Ya está comprendiendo que cualquier extraño que entre a casa, no es una amenaza. Y con los paseos aprende que cualquier extraño que vea fuera de casa, tampoco lo es, porque desde ahora en adelante siempre va a contar con un cuidado amoroso que la va a proteger por el resto de su vida.

Todavía hay trabajo pendiente. Por eso me gustaría que me cuente ella el alcance del abuso que ha sufrido. Me permitiría llegar al hueso más rápido. Pero ella no tiene apuro y yo tengo mucha paciencia.

Alicia le está aportando a mi vida de tránsitos, un desafío que nunca tuve. Me está haciendo estudiar, investigar, leer, informarme. Y me está dejando ver que mis pasos dan los frutos esperados. Y me está diciendo: "Es fácil, es rápido. Sólo dame un buen amor". Eso hacemos en definitiva, y ella nos premia con su confianza.

El maltrato no es sólo abandonar o castigar físicamente. Una criatura viviente tiene necesidades básicas además de las elementales. Darles un contexto seguro y calmo, ponerle límites para que deje atrás la ansiedad, simplemente observarla para descubrir qué es lo que necesita para estar bien. Respetar su temperamento dentro de lo aceptable. Pero respetarla como respetaríamos a cualquier persona. Ella no es una cosa a tu servicio y placer. Ella es un ser.

¿Vamos a pasear. Alicia?
A Alicia, hay que merecerla. Un animalito que regresa de ese terror por la gente, y que regresa esperanzado, no es para cualquiera. Lo que ella da de sí, hay que ganárselo. El premio es grande, grande. Ya lo sabrá su adoptante definitivo cuando llegue.

Mientras tanto seguimos trabajando juntas, codo a codo. Sonia presionando, Sonia estimulando, Sonia sanando. Alicia soportando con paciencia, Alicia reaccionando positivamente, Alicia dando amor. 

Siempre Sonia gana.

 Porque recibe más de lo que da.






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