domingo, 25 de mayo de 2014

Contacto

Vivir en casa con mascotas es conocer un nuevo significado de la palabra contacto. Es cuando tus sentidos se potencian y te permiten acceder como a otra dimensión, una que solo está permitido a quienes aman a los animales.

En este particular tipo de contacto, el sentido del tacto es el rey. Las palmas de las manos, las yemas de los dedos en especial, la piel de las piernas y de todo el cuerpo, nos llevan a unas sensaciones únicas e irrepetibles, por más que arribemos a ellas cada día.

Bijou y Milagro
Cuando acaricio una piel suave, como por ejemplo la de mi Bijou...mis dedos se deslizan  lentamente sobre su lomo y las endorfinas acuden a mis intercambios neuronales de inmediato, la sensación de placer es casi simultánea. A la suavidad de la superficie, se le suma la tibieza de su cuerpo, los golpeteos de su corazón latiendo que interrumpen la casi monotonia. El momento de la caricia siempre me da más de lo que doy. 

Si el pelo es duro y rebelde, como el de mi Milagro, mi piel acusa recibo de una nueva sensación. Que da cosquillas, que retiene mis dedos, que se resiste. Y a pesar que con el tiempo la piel se le va suavizando, sus pelos característicos la definen, y definen mi placer particular al acariciarla.

Cuando tomo entre mis manos la cabeza de Rosita y la acerco para darle un beso en el hocico...siento su olor. Esa mezcla rara entre aliento y pelo hermoso. Mis manos se pierden entre sus pelos largos y bellos,  y viene el "chuick" ruidoso que tanto le hace mover la cola. Ahí mi cara se humedece de tanto lamerme agradecida, de tanto retribuir mi amor con su propia expresión de beso. Mi piel una vez más, acusa recibo.
Rosita

Cada pensionista en tránsito que llega a casa, trae su propia versión de caricia. Caricia a una piel casi pelada de tan corto el pelaje, caricia a un matorral de rulos, caricia a cuasi alambres de tan duros, caricia de cuasi terciopelo de tan livianos. Cada uno pone su sello que descubro desde el primer contacto que mi piel tiene con la de ellos. Cada uno trae su propio olor, lo que particulariza más nuestro contacto. Y entonces esos momentos se hacen íntimos, como detenidos en el tiempo, como perdurables para siempre.

Mis dedos pueden recordar a la perfección, cómo era la sensación al tacto que les producía el cariño a Naky, mi bella que murió de cancer hace ya casi un año. Y no se parece a ninguno.

¿Has probado alguna vez acariciarlos cerrando los ojos?  El tacto y el olfato se potencian. Y si ya estabas sintiendo placer, la cosa se pone seria, porque te estás concentrando por esos minutos solo en tus sentidos. Y es algo que no deseás que acabe jamás.

Naky
Pero cuando llega la hora de dormir, cuando ya estás tibia bajo tus mantas, cuando llega Simba lentamente como quien ni siquiera sabe a dónde va, cuando tu gato se acerca...vos sabés que algo indispensable está por ocurrir. Algo de lo que no podés prescindir.

Con esos movimientos felinos tan particulares, en el silencio de la habitación, se escucha acercarse el "brum brum". Se instala en mi regazo, mitad de cuerpo apoyado en mi corazón, mitad de cuerpo en mi vientre. Calentito, vital, energizante. Simba y su "brum brum" se echan a mi lado. Mis latidos empiezan a confundirse con su ronroneo. No viene a que lo acaricie, eso me queda claro. Entonces yo simplemente le pongo un brazo para que apoye su cabeza, y ya no me muevo más. Mi respiración empieza a aquietarse, el silencio solo se interrumpe con el ronroneo, Simba se acomoda plácidamente.

Simba
A veces me voy a dormir llena de inquietudes. Preocupaciones del diario vivir que no puedo evitar. Ansiedad. Pero el "brum brum" no se detiene, no claudica. Siempre me vence.

Nada lo perturba, nada me perturba.

Es el súmmum de la relajación. Es los sentidos aquietados pero plenos al mismo tiempo del más puro placer.

¿No tenés un perrito? ¿ No tenés un gato?

Amigo te estás perdiendo conocer el verdadero significado de la palabra "Contacto".








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