martes, 9 de abril de 2013

Marroncita Conoce Nuestra Especie

Estoy sentada en el sillón viendo TV. Acurrucada a mi lado dormita Marroncita. Unas moscas cargosas empiezan a revolotearle y se apoyan jugueteando en su lomo. Con mi mano las espanto una y otra vez. ¡Fuera moscas cochinas!. Sin querer la cacheteo. Me siento re mal.  Marroncita ni se inmuta. Es que Marroncita sabe...

Marroncita conoce nuestra especie.

Ella sabe por ejemplo, que un buen día mientras pasaba tranquilamente por ahí, unos individuos aburridos y con mentes aletargadas tal vez permanentemente, fueron capaces de darle tal paliza que la dejaría con daños neurológicos irreparables. Sabe que los golpes propinados en su cabeza principalmente iban a resultar en una ceguera casi total.

Marroncita recién rescatada
Ella sabe que vamos a dañarla sin motivo, solo por dañarla. Sabe que vamos a ignorar su vulnerabilidad es más, que vamos a aprovecharnos de ella para golpearla y golpearla y golpearla. También que vamos a reirnos mientras lo hacemos, festejando y siendo festejados por nuestra hazaña.

Sabe que no es nada personal, porque hicimos lo mismo con Nari, su compañero de la calle, su amigo. Que aullaba de dolor a su lado, al unísono con ella, mientras era arrastrado por nuestras patadas asesinas por toda la calle.

Especialmente sabe que todo eso puede ocurrir de un momento a otro. Por eso cuando llegó a casa su estado de miedo era absoluto. ¡La tendrías que haber visto...! Se quedó en el rincón mas lejano de los humanos de la casa. Desconfiada aceptó la manta que le coloqué sobre el piso. La cola totalmente retraída. Estaba preparada para lo peor, casi resignada. Con los seres humanos nunca se sabe, generalmente lo que llega es malo. Muy malo.

De a un paso por vez, se fué acercando. Ante cualquier movimiento retrocedía rápidamente y con la torpeza de su poca visión para acurrucarse en el rincón. Y hacerse chiquitita, chiquitita. Para que nadie note que está allí. Hacerse invisible si es posible.

Desde el momento que fue rescatada, Marroncita sabe que podemos llegar a hacer otras cosas bien diferentes. Que podemos alzarla desesperados y correr con ella a un veterinario. Que podemos acariciarla y consolarla en todo momento. Que en brazos la llevaremos al patio para que haga sus necesidades. Que la pondremos un lugar seguro donde estará tranquila hasta que sienta que puede moverse sin riesgo de ser agredida. Que la curaremos y la alimentaremos.

Pero son experiencias tan fuertes...nuestra especie es tan contradictoria, que Marroncita sabe que nunca se debe confiar.

Marroncita y Gino

Cuando le dí el primer pedacito de pechuga de pollo conseguí su atención . Cuando le dí el segundo, Marroncita supo que no vendrían los golpes y se incorporó. Cuando le dí el tercero, se acercó. Pero el solo intento de acariciarla la hizo retroceder. Regresé al comedor y esperé.


¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué me prestan tanta atención? ¿Cuáles son sus intenciones? Hay algo en la voz de este muchacho que me gusta. Me habla suavemente y me toca con la punta de sus dedos apenas, acariciando mi cabeza. Me cae bien. Pero es que esta especie es tan traicionera...

Poco a poco Marroncita hace su aparición en el comedor, olfateando todo para reconocer estos nuevos lugares. Y de premio recibe mas y mas pechuguita. La llegada de mi marido la altera, un nuevo ser humano del que protegerse. Pero Angel es un lider nato de manadas, ya lo sabré yo con la envidia que le tengo por eso. Me doy cuenta que se logra comunicar rápidamente con Marroncita. Es cuando ella acepta la cucha al lado del televisor.

Marroncita vivió el horror...y vivió la bendición. Eso es nuestra especie. Y nos conoció.

Le tomó un poco mas de un día relajarse y permitirse ser una perrita normal. Lo logró en tan poco tiempo porque ella ya es, una perrita sabia. Ahora está a mi lado, sobre una manta, durmiendo tranquila. Le digo Te quiero Marroncita y me mueve la cola mientras dirige su carita hacia mi voz, es como que me dijera Yo también.

Marroncita Te Quiero
Me cuesta comprender que ella deje de lado su cautela tan rápidamente. Temo mucho de pensar que llegue a un hogar donde no sea cuidada y querida. Me aseguro que personas mas expertas que yo le hagan un buen seguimiento cuando llegue el momento de su partida hacia un hogar definitivo. Me quedo mas tranquila con eso. Pero me cuesta olvidar su mirada de temor al llegar a casa a pesar del cariñoso recibimiento.

Hoy la cachetée para correrle una mosca molesta y ella ni se inmutó. Llora cuando subimos todos y ella se queda abajo. Se ha adueñado el sillón y de ahí ya nadie la saca. Recibe a Angel atropellándose cosas de la ansiedad que tiene por llegar a su lado. Y esa cola que se mueve sin parar, todo el tiempo...

A Marroncita la molieron a palos pero no alcanzaron a romperle el corazón. O tal vez se lo rompieron pero las protectoras lo repararon con ese amor que solo ellas saben dar. Por eso, a pesar que somos tanto horror como bendición, ella nos está dando una nueva oportunidad. Ella nos da una lección de esperanza.

Veo los comentarios indignados cuando aparecen historias de maltratadores o abandonadores. Puedo sentir la impotencia de cada insulto. La frustración. Algunas parecen a punto de bajar los brazos ante tanto daño innecesario. Otras, como yo, no lo pueden comprender por mas que lo intentan.

La miro a los ojos y con mi mente le pregunto: Marroncita, ¿ Nos perdonás?

Marroncita me tiene una respuesta. Me manda un mensaje.  Ella ha conocido lo peor y lo mejor de nuestra especie. Ella sabe. Ella ha sacado sus conclusiones.

Ella mueve la cola.



Nota: Finalmente adoptamos a Marroncita, ahora se llama Milagros, o simplemente "Mila"





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